Por qué los niños tienen miedo de pedir ayuda
Los adultos a menudo se avergüenzan de pedir ayuda. Es un acto que puede hacer que las personas se sientan vulnerables. En el momento en que pides direcciones, después de todo, revelas que estás perdido. Buscar ayuda puede parecer que estás transmitiendo tu incompetencia.
Una nueva investigación sugiere que los niños pequeños no buscan ayuda en la escuela, incluso cuando la necesitan, por la misma razón. Hasta hace relativamente poco tiempo, los psicólogos suponían que los niños no comenzaban a preocuparse por su reputación y las percepciones de sus compañeros hasta alrededor de los nueve años. Pero una ola de hallazgos en los últimos años ha hecho retroceder esa suposición. Esta investigación ha revelado que los jóvenes de cinco años se preocupan profundamente por la forma en que los demás piensan sobre ellos. De hecho, los niños a veces llegan a hacer trampa en juegos simples para parecer inteligentes.
Nuestra investigación sugiere que a partir de los siete años, los niños comienzan a relacionar el pedir ayuda con verse incompetentes frente a los demás. En algún momento, todos los niños tienen dificultades en el aula. Pero si tienen miedo de pedir ayuda porque sus compañeros de clase están mirando, el aprendizaje se verá afectado.
Para aprender más sobre cómo los niños piensan sobre la reputación, aplicamos una técnica clásica de la psicología del desarrollo. El razonamiento de los niños sobre el mundo que los rodea puede ser bastante sofisticado, pero no siempre pueden explicar lo que les pasa por la cabeza. Así que creamos historias simples y luego hicimos preguntas a los niños sobre estos escenarios para permitirles a los niños mostrar su pensamiento.
A través de varios estudios, le pedimos a 576 niños, de cuatro a nueve años, que predijeran el comportamiento de dos niños en una historia. Uno de los personajes realmente quería ser inteligente, y el otro simplemente quería parecer inteligente con los demás. En un estudio, les dijimos a los niños que a ambos les fue mal en un examen. Luego preguntamos cuál de estos personajes sería más probable que levantara la mano frente a su clase para pedir ayuda al maestro.
Los niños de cuatro años tenían la misma probabilidad de elegir a cualquiera de los dos niños como el que buscaría ayuda. Pero a la edad de siete u ocho años, los niños pensaban que el niño que quería parecer inteligente sería menos probable que pidiera ayuda. Y las expectativas de los niños eran verdaderamente de naturaleza "reputacional": estaban pensando específicamente en cómo actuarían los personajes frente a sus compañeros. Cuando se podía buscar ayuda en privado (en una computadora en lugar de en persona), los niños pensaban que era igualmente probable que ambos personajes la pidieran.
También preguntamos a los niños sobre otros escenarios. Descubrimos que reconocen varios comportamientos más que pueden hacer que un niño parezca menos inteligente frente a otros niños, como admitir el fracaso o minimizar modestamente los éxitos. Por lo tanto, los niños son muy conscientes de varias formas en que las acciones de una persona pueden hacer que parezcan menos astutos a los ojos de los demás.
Cuando los propios niños son los que tienen dificultades, parece muy posible que ellos también eviten buscar ayuda cuando otros están presentes, dados nuestros hallazgos. Su renuencia podría impedir seriamente el progreso académico. Para mejorar en cualquier dominio, uno debe trabajar duro, asumir tareas desafiantes (incluso si esas tareas pueden conducir a dificultades o fracasos) y hacer preguntas. Estos esfuerzos pueden ser difíciles cuando alguien está preocupado por su apariencia ante los demás. Las investigaciones sugieren que podemos subestimar lo incómodos que se sienten los demás cuando piden ayuda.
Tales barreras reputacionales probablemente requieran soluciones basadas en la reputación. Primero, los adultos deben reducir los riesgos sociales de buscar ayuda. Por ejemplo, los maestros podrían dar a los niños más oportunidades de buscar ayuda en privado poniéndose a disposición de los estudiantes para conversaciones individuales mientras los compañeros de clase abordan el trabajo en grupo. Los maestros deben combinar este esfuerzo con pasos que ayuden a los estudiantes a percibir que hacer preguntas frente a otros es un comportamiento normal y positivo. Por ejemplo, los instructores podrían crear actividades en las que cada estudiante se convierta en un "experto" en un tema diferente, y luego los niños deben pedirse ayuda unos a otros para dominar todo el material.
Buscar ayuda podría incluso enmarcarse como socialmente deseable. Los padres podrían señalar cómo la pregunta de un niño inició una valiosa conversación en la que toda la familia pudo hablar y aprender juntos. Los adultos podrían elogiar a los niños por buscar ayuda. Estas respuestas envían una fuerte señal de que otras personas valoran la voluntad de pedir ayuda y que buscar ayuda es parte del camino hacia el éxito”.
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